«La idea imaginada se transforma en una fuerza creadora. Un mundo fluido brota en el interior del artista, mientras el pensamiento se desvive por hallar la imagen precisa, aquella que haga posible la aparición del universo de ideas que bulle dentro del ser. De aquí, la inquietud, el nerviosismo, la zozobra al comprobar la diferencia entre ese mundo interior tan rico de matices y posibilidades y la realidad plasmada. El creador se ve obligado siempre a renunciar a infinitas manifestaciones, a múltiples ideas posibles, ya que al elegir una realidad creada, rechaza muchas otras formas.»
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Nacido en Toro (Ourense) en 1961. El autor se traslada con sus padres a la provincia de Guipúzcoa en el año 1963 residiendo en la localidad de Urretxu hasta el día de hoy. Es aquí donde ha llevado a cabo, íntegramente, su labor creativa. Comienza sus primeros pasos en el mundo audiovisual con la creación de diversos cortometrajes.

Con el paso del tiempo abandonará el cortometraje de ficción y comenzará a experimentar dentro del mundo del videoarte inspirado, entre otros, por autores consagrados en este medio como el norteamericano Bill Viola quien será su principal referente.

De forma paralela y siguiendo siempre su pasión por el mundo audiovisual, el autor lleva varios años buceando en la fotografía artística con la necesidad intencional de transmitir una visión particular de la vida donde se conjugan sentimientos y emociones varias y como una forma de expresión con el deseo de provocar emociones, sentimientos, deseos o inquietudes en el espectador.

B: ¿Primer recuerdo relacionado con el mundo de la imagen?
P: El recuerdo mas tierno se remonta a la edad de cuatro o cinco años. Mi padre solía llevarme al cine parroquial. Películas de indios y vaqueros…, y de romanos. No había palomitas, pero sí unos paquetitos de papel de color verde con cacahuetes en su interior. La sala entera olía a cacahuete. También recuerdo que a la edad diez u once años, mientras el resto de los niños de barrio jugaba a las canicas, yo organizaba secuencias en donde simulábamos discusiones y peleas tras una partida de póker en la cantina de algún pueblo del lejano oeste.

Con catorce años presenté un guión “cinematográfico” en un concurso escolar de redacciones. La verdad es que tengo que reconocer que no sé de donde pude sacar las ideas con respecto a la elaboración de dicho guión. Entonces no existía internet y la televisión solo emitía dos canales y en horario restringido.

B. ¿Y más tarde…?
P: No fui un buen estudiante, pronto empecé a trabajar. Esto me permitió tener dinero disponible. Así que, en cuanto pude, compré mi primera cámara de vídeo, una SONY HI-8 DV Handicam. Mis amigos y mi familia fueron el primer motivo de grabación. Bueno, ya sabes…: comuniones, bodas, fiestas… etc. Pero realmente aquello no era lo mío. Así que, lo primero que hice, fue obtener información acerca de lo que realmente me interesaba. Asistí a algunos cursillos sobre elaboración de guiones. También conseguí libros sobre técnicas de realización y producción en cine y tv, etc… Después llegó internet.

B: ¿Tu primera obra?
P: Por aquel enonces colaboraba con grupos de teatro locales. Les presenté un proyecto y aceptaron ayudarme. La obra era un cortometraje de ficción titulado “La hora del recreo” y el argumento giraba en torno al atraco a un banco por parte de un enfermo mental. Fue toda una “prueba de fuego” para mi porque tuve que llevar a cabo la total realización de la historia, es decir, elaboración de guión, permisos, materiales ,contactos y, por supuesto, la dirección en la grabación, en postproducción y en la organización para la proyección final. Todo esto, como te puedes imaginar a un nivel amateur bastante básico.

B: ¿Cuál ha sido tu trabajo, digamos, mas complejo?
P: Bueno, todas las obras que he realizado han tenido su grado de dificultad, pero si hubiera que destacar alguna, ésta sería “Amador”. Digo esto porque tuve que trabajar con alumnos de la Escuela de Cine y Vídeo de Andoain (ESCIVI). Eran personas que estaban preparadas y con las que no podía perder tiempo, así que todo tenía que estar perfectamente sincronizado. Acabé exhausto.

B: Tu experiencia con el cortometraje de ficción no tuvo la continuidad deseada, ¿a qué fue debido?.
P: La realización de un cortometraje requiere mucho tiempo y dinero. Muchas llamadas de teléfono, permisos… etc. Todo esto, realizado desde el campo amateur es complicado. También hay que contar con el resultado final y, por supuesto, con tu familia. Atender a todo y a todos es algo muy laborioso y complejo.

B: Sin embargo decides seguir en el mundo audiovisual…
P: Bien, a principios de los años noventa, descubrí el mundo del videoarte. Estudié la obra de autores consagrados como Nam June Paik, Marina Abramovic o el norteamericano Bill Viola. Éste último autor, ha influido en mi obra de manera muy relevante. El videoarte es un tipo de lenguaje audiovisual cuya realización resulta menos costosa y además se puede trabajar de manera más independiente. Con la ayuda de programas de edición y a través del ordenador, se pueden conseguir resultados sorprendentes. Hoy en día con un simple teléfono móvil se pueden hacer cosas interesantes, pero no hay que olvidar que lo realmente importante es la idea.

B: ¿Dónde se han podido ver tus trabajos?
P: He proyectado en lugares tan dispares que van, desde el bajo de la casa de Silverio en Toro, hasta el Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián, arropado en este caso por la organización del Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos de esta ciudad. También he proyectado y expuesto en diferentes Casas de Cultura y Talleres de Artes Escénicas de la provincia de Guipúzcoa.

B: También te defiendes con la fotografía, ¿no es así?
P: La fotografía es un arte que siempre me ha apasionado. Llevo unos cinco años dedicándome o, mejor dicho, dedicándole tiempo. Tengo construidas dos series completas y ahora mismo estoy trabajando en otras dos. Como referencia tengo que decir que la fotografía que realizo no está dirigida a captar un fragmento del tiempo centellante y cristalino, sino a utilizar la suma de imágenes para dilatar el pensamiento central del autor y tratar de mostrar, a su vez, mundos ocultos a miradas inquietas.

B: ¿Y para el futuro?
P: Todo depende del estado físico y mental, pero de momento, sigo trabajando en dos proyectos fotográficos y en una videocreación y, como decía aquel, “que la muerte me pille creando”. Un saludo.

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Nacido en Toro (Ourense) en 1961. El autor se traslada con sus padres a la provincia de Guipúzcoa en el año 1963 residiendo en la localidad de Urretxu hasta el día de hoy. Es aquí donde ha llevado a cabo, íntegramente, su labor creativa. Comienza sus primeros pasos en el mundo audiovisual con la creación de diversos cortometrajes.

Con el paso del tiempo abandonará el cortometraje de ficción y comenzará a experimentar dentro del mundo del videoarte inspirado, entre otros, por autores consagrados en este medio como el norteamericano Bill Viola quien será su principal referente.

De forma paralela y siguiendo siempre su pasión por el mundo audiovisual, el autor lleva varios años buceando en la fotografía artística con la necesidad intencional de transmitir una visión particular de la vida donde se conjugan sentimientos y emociones varias y como una forma de expresión con el deseo de provocar emociones, sentimientos, deseos o inquietudes en el espectador.

B: ¿Primer recuerdo relacionado con el mundo de la imagen?
P: El recuerdo mas tierno se remonta a la edad de cuatro o cinco años. Mi padre solía llevarme al cine parroquial. Películas de indios y vaqueros…, y de romanos. No había palomitas, pero sí unos paquetitos de papel de color verde con cacahuetes en su interior. La sala entera olía a cacahuete. También recuerdo que a la edad diez u once años, mientras el resto de los niños de barrio jugaba a las canicas, yo organizaba secuencias en donde simulábamos discusiones y peleas tras una partida de póker en la cantina de algún pueblo del lejano oeste.

Con catorce años presenté un guión “cinematográfico” en un concurso escolar de redacciones. La verdad es que tengo que reconocer que no sé de donde pude sacar las ideas con respecto a la elaboración de dicho guión. Entonces no existía internet y la televisión solo emitía dos canales y en horario restringido.

B. ¿Y más tarde…?
P: No fui un buen estudiante, pronto empecé a trabajar. Esto me permitió tener dinero disponible. Así que, en cuanto pude, compré mi primera cámara de vídeo, una SONY HI-8 DV Handicam. Mis amigos y mi familia fueron el primer motivo de grabación. Bueno, ya sabes…: comuniones, bodas, fiestas… etc. Pero realmente aquello no era lo mío. Así que, lo primero que hice, fue obtener información acerca de lo que realmente me interesaba. Asistí a algunos cursillos sobre elaboración de guiones. También conseguí libros sobre técnicas de realización y producción en cine y tv, etc… Después llegó internet.

B: ¿Tu primera obra?
P: Por aquel enonces colaboraba con grupos de teatro locales. Les presenté un proyecto y aceptaron ayudarme. La obra era un cortometraje de ficción titulado “La hora del recreo” y el argumento giraba en torno al atraco a un banco por parte de un enfermo mental. Fue toda una “prueba de fuego” para mi porque tuve que llevar a cabo la total realización de la historia, es decir, elaboración de guión, permisos, materiales ,contactos y, por supuesto, la dirección en la grabación, en postproducción y en la organización para la proyección final. Todo esto, como te puedes imaginar a un nivel amateur bastante básico.

B: ¿Cuál ha sido tu trabajo, digamos, mas complejo?
P: Bueno, todas las obras que he realizado han tenido su grado de dificultad, pero si hubiera que destacar alguna, ésta sería “Amador”. Digo esto porque tuve que trabajar con alumnos de la Escuela de Cine y Vídeo de Andoain (ESCIVI). Eran personas que estaban preparadas y con las que no podía perder tiempo, así que todo tenía que estar perfectamente sincronizado. Acabé exhausto.

B: Tu experiencia con el cortometraje de ficción no tuvo la continuidad deseada, ¿a qué fue debido?.
P: La realización de un cortometraje requiere mucho tiempo y dinero. Muchas llamadas de teléfono, permisos… etc. Todo esto, realizado desde el campo amateur es complicado. También hay que contar con el resultado final y, por supuesto, con tu familia. Atender a todo y a todos es algo muy laborioso y complejo.

B: Sin embargo decides seguir en el mundo audiovisual…
P: Bien, a principios de los años noventa, descubrí el mundo del videoarte. Estudié la obra de autores consagrados como Nam June Paik, Marina Abramovic o el norteamericano Bill Viola. Éste último autor, ha influido en mi obra de manera muy relevante. El videoarte es un tipo de lenguaje audiovisual cuya realización resulta menos costosa y además se puede trabajar de manera más independiente. Con la ayuda de programas de edición y a través del ordenador, se pueden conseguir resultados sorprendentes. Hoy en día con un simple teléfono móvil se pueden hacer cosas interesantes, pero no hay que olvidar que lo realmente importante es la idea.

B: ¿Dónde se han podido ver tus trabajos?
P: He proyectado en lugares tan dispares que van, desde el bajo de la casa de Silverio en Toro, hasta el Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián, arropado en este caso por la organización del Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos de esta ciudad. También he proyectado y expuesto en diferentes Casas de Cultura y Talleres de Artes Escénicas de la provincia de Guipúzcoa.

B: También te defiendes con la fotografía, ¿no es así?
P: La fotografía es un arte que siempre me ha apasionado. Llevo unos cinco años dedicándome o, mejor dicho, dedicándole tiempo. Tengo construidas dos series completas y ahora mismo estoy trabajando en otras dos. Como referencia tengo que decir que la fotografía que realizo no está dirigida a captar un fragmento del tiempo centellante y cristalino, sino a utilizar la suma de imágenes para dilatar el pensamiento central del autor y tratar de mostrar, a su vez, mundos ocultos a miradas inquietas.

B: ¿Y para el futuro?
P: Todo depende del estado físico y mental, pero de momento, sigo trabajando en dos proyectos fotográficos y en una videocreación y, como decía aquel, “que la muerte me pille creando”. Un saludo.